jueves, 8 de noviembre de 2012

Vampire Kisses




Raven es una chica excéntrica, con personalidad, rebelde a la par que aventurera, diferente al resto de adolescentes. Con tan solo 5 años ya sabía cuál iba a ser el objetivo de toda su vida: ser un vampiro. La infancia de Raven se resume en su fanatismo-desorbitado interés por Anne Rice y en noches delante del televisor viendo películas de Batman, El Padrino, Drácula y episodios de Dark Shadows junto a sus padres, dos almas gemelas que en un principio se negaban a aceptar que la década de los setenta había concluido. Raven, sus padres y “El Raro” (hermano de Raven) viven en Dullsville, un pequeño pueblo en el que nunca pasa nada, nada reseñable. Raven solamente contaba con una amiga, Becky Miller, una chica humilde, la única que aceptaba cómo era realmente, y Raven, la única que protegía a su indefensa e inocente compañera. El día del decimosexto cumpleaños de Raven, esta recibe una gran noticia: alguien había ocupado la vieja mansión encantada de Dullsville, que se encontraba en lo alto de Benson Hill y  llevaba años y años sin ser habitada. La mansión que siempre le había fascinado desde pequeña por su apariencia gótica (otros la consideraran antiestética) e incluso había llegado a entrar en ella para curiosear. La leyenda contaba que la mansión había sido construida por orden de una baronesa rumana, unida fuertemente a la magia negra y la brujería, que huyó de su país. ¿Quiénes eran los nuevos habitantes de la mansión? ¿Familiares de la baronesa? Y… lo más importante: ¿sus nuevos moradores eran, como se rumoreaba por el pueblo, VAMPIROS?
Una noche, cuando Raven y Becky pasaban en camioneta por delante de la mansión, Becky estuvo a punto de atropellar a un joven de pelo negro y piel blanca, de apariencia vampírica, que llevaba un cubo de pintura roja (que al derramarse por la carretera confundieron con sangre). Desde esa noche, Raven tiene aún más curiosidad por conocer a la familia que ocupaba la mansión, y sobre todo, conocer aquel extraño chico. Poco a poco Raven va obteniendo más información sobre él, Alexander, aunque no le resulta fácil aproximarse a descifrar el misterio que le rodea puesto que Trevor Mitchell, compañero de clase de Raven, se implica en entorpecer su misión y ridiculizarla, ya que ella no forma parte de su círculo de aduladores. Las múltiples venganzas de Trevor y Raven serán muy recurrentes a lo largo del transcurso de la historia de intriga y relaciones humanas relatada en este libro que la autora deja abierta: ¿Conseguirá Raven disipar sus dudas sobre Alexander por el que siente algo más allá de la amistad a través de un beso de “vampiro”?
El primer libro de la saga Vampire Kisses de Ellen Schreiber (consta de 8 libros, solamente 3 traducidos al español) es, en mi opinión, sencillo, entretenido e idóneo para pasar una buena tarde. De rápida lectura, quizás por el gran peso que tienen los diálogos, que hacen más ágil y amena su lectura. Aunque las historias de vampiros inciten a ser prejuzgadas, esta historia es diferente, tiene un toque muy original por su enfoque. La historia es narrada por el personaje central, Raven, bien definido y caracterizado, una heroína atípica de aspecto gótico, que muestra personalidad y fortaleza psicológica, no se deja intimidar por lo que otros piensen de ella, y es abanderada de los más débiles, de los que son objeto de mofa por quienes creen que pueden decidir sobre la vida, gustos y apariencia de los demás. Otro de los puntos fuertes son las continuas, divertidas y sorprendentes peleas con Trevor, que además de ser un claro reflejo de las relaciones de los adolescentes actuales, prueba cómo la protagonista no se abruma por la presión social y las circunstancias adversas y con ingenio gana la partida. Vampire Kisses llegó a ser elegido libro del año para jóvenes por la Biblioteca Pública de Nueva York y también fue elegido como ALA Quick Pick para Jóvenes Lectores Reticentes.

Cristina Garrido Caballero (1º Bach A. 2012)

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