lunes, 21 de enero de 2013

Todos los puertos se llaman Helena




Esta novela de Joan Barril nos cuenta la aventura de un chico llamado Guillem. Éste, que tiene tan solo 12 años, está destinado a viajar durante el verano en la gabarra del novio de su madre, Pier, el cual trabaja llevando a los diferentes puertos antiguos pianos.
Gracias a sus buenas notas, su madre le regala un teléfono móvil con una tarjeta módem para que así pudiera hacer el uso de internet, y gracias a esto podía hablar por chat todas las noches con sus amigos, lo cual era una gran distracción para él. Al principio del viaje Guillem se aburre, pero un día mientras jugaba con su madre a un juego que con frecuencia solían practicar, se encuentran con un perro que recibiría el nombre de Spy, que le acompañará durante todo su viaje y se convertirá en su mejor amigo. Casualmente un día la madre de Guillem comienza a darse cuenta de que cierto tipo de alimentos empiezan a faltar de la cocina con mucha rapidez, pero aun así no le da importancia: será nuestro protagonista quien descubra entonces qué es lo que está sucediendo.
Una polizón de 15 años llamada Helena se ha colado en el barco para buscar a sus abuelos. Ella, perteneciente a una familia del circo, quedó huérfana. Tras esto fue adoptada pero decidió escaparse para así poder buscar a sus verdaderos familiares y retomar la vida del circo. Guillem decide guardar en secreto la presencia de Helena en la gabarra hasta que una noche acaba por ser descubierta, cuando tiene que lanzarse al agua para salvar la vida de una persona que había caído por la borda. Así todos deciden ponerse en marcha para ayudarla en su búsqueda. Una vez llegados a tierra, en la ciudad de Bucarest, Guillem y Helena comienzan a seguir una serie de pistas las cuales acabarán por dirigirle a su verdadera familia.

Mª Consuelo Moreno Bravo (2º Bach F. 2013)

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